LAS INVESTIGACIONES
ESTRUCTURALES DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN TORNO A LAS PROBLEMÁTICAS
HIDROLÓGICAS
THE STRUCTURAL INVESTIGATIONS OF PROBLEMATIC SOCIAL SCIENCES AROUND THE HYDROLOGIC ONES
THE STRUCTURAL INVESTIGATIONS OF PROBLEMATIC SOCIAL SCIENCES AROUND THE HYDROLOGIC ONES
Cruz García Lirios
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Cruz García Lirios es
Investigador, Profesor y Consultor en Desarrollo Sustentable. Correspondencia:
Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, Campus Distrito
Federal; General Prim 72, Juárez, Cuauhtémoc, Ciudad de México, 06600 (código
postal) 1678 5968 (teléfono). Correo electrónico:
garcialirios@hotmail.com
Recibido: 27 de Agosto de 2010
Aprobado: 24 de Septiembre de 2011
Referencia Recomendada: García-Lirios, C. (2011). Las investigaciones estructurales de las ciencias sociales en torno a las problemáticas hidrológicas. Revista de Psicología GEPU, 2 (2), 99 - 112.
Aprobado: 24 de Septiembre de 2011
Referencia Recomendada: García-Lirios, C. (2011). Las investigaciones estructurales de las ciencias sociales en torno a las problemáticas hidrológicas. Revista de Psicología GEPU, 2 (2), 99 - 112.
Resumen: El estado del conocimiento en el que
se encuentran sintetizados los hallazgos que demuestran la relación compleja
entre el medio ambiente y la conducta humana, es la principal fuente de
información de la que se derivan las relaciones hipotéticas entre las variables
incluidas en un modelo. La demostración de estas relaciones hipotéticas se
establece con su ajuste a los datos observados mediante un instrumento. La
estructura resultante es categorizada en cuatro aspectos (estructuras de validez
convergente, discriminante, predicción y sistémicas) para demostrar la
relevancia de los modelos estructurales en la explicación, predicción y
sistematización del efecto de las problemáticas hidrológicas sobre el ahorro o
el dispendio de agua.
Palabras Claves: Situación Hidrológica, Cognición, Comportamiento Individual.
Abstract: The state of the knowledge in which they are synthesized the findings that demonstrate to the complex relation between the environment and the human conduct, is the main source of intelligence from which the hypothetical relations between the variables including in a model are derived. The demonstration of these hypothetical relations settles down with its adjustment to the data observed by means of an instrument. The resulting structure is categorized in four aspects (structures of convergent validity, discriminating prediction and systemic) to demonstrate the relevance of the structural models in the explanation, prediction and problematic systematization of the effect of hydrologic on the saving or the water waste.
Keywords: Hydrologic Situation, Cognition, Individual Behavior.
Palabras Claves: Situación Hidrológica, Cognición, Comportamiento Individual.
Abstract: The state of the knowledge in which they are synthesized the findings that demonstrate to the complex relation between the environment and the human conduct, is the main source of intelligence from which the hypothetical relations between the variables including in a model are derived. The demonstration of these hypothetical relations settles down with its adjustment to the data observed by means of an instrument. The resulting structure is categorized in four aspects (structures of convergent validity, discriminating prediction and systemic) to demonstrate the relevance of the structural models in the explanation, prediction and problematic systematization of the effect of hydrologic on the saving or the water waste.
Keywords: Hydrologic Situation, Cognition, Individual Behavior.
Los análisis estructurales de las
problemáticas hidrológica se fundamentan a partir de cuatro modelos que pueden
incluir uno o hasta cuatro tipos de relación; (1) relación entre el factor y los
reactivos, (2) relación entre los factores exógenos, (3) relación entre los
factores exógenos sobre los factores endógenos y (4) integración de todas las
relaciones anteriores.
Precisamente, los estudios
hidrológicos desde las ciencias sociales, han adquirido una mayor relevancia
científica y social al desarrollar estos cuatro tipos de
modelos. En el ámbito económico, los modelos estructurales en torno a la distribución, consumo o tratamiento de agua se han consolidado como un instrumento de planificación y decisión gubernamental para la inversión pública o el dictamen de licitaciones.
En el ámbito político, los modelos estructurales en torno a la movilización por la demanda de agua se han como un instrumento de políticas públicas en la planificación urbana y el desarrollo de asentamientos humanos.
En el ámbito social, los modelos estructurales en torno a los conflictos por los derechos hidrológicos se han consolidado al ser un instrumento de decisión jurídica en los dictámenes de cuencas.
En el ámbito comunitario, los modelos estructurales en torno a la identidad y participación ambiental se han consolidado como un instrumento de planificación de zonas protegidas.
En el ámbito vecinal, los modelos estructurales en torno al ahorro del agua se han consolidado como un instrumento de educación ambiental e implementación de programas sanitarios en las zonas vulnerables y programas de conservación de las plazas públicas.
En el ámbito organizacional, los modelos estructurales en torno a la comercialización del agua se han consolidado como un instrumento de decisión y planificación publicitaria y mercadológica.
En el ámbito institucional, los modelos estructurales en torno al desabasto e insalubridad hidrológica se han consolidado como un instrumento de prevención y promoción de la salud pública.
En el ámbito familiar, los modelos estructurales en torno a la prevención, dosificación y reutilización de agua se han consolidado como un instrumento de calidad de vida.
En el ámbito individual, los modelos estructurales en torno a la motivación para ahorrar agua se han consolidado como un instrumento de concientización sobre las posibilidades de crecimiento personal.
La consolidación de estos modelos estructurales se debe a las técnicas y parámetros estadísticos que le otorgan validez al converger los reactivos en un solo factor o al diferenciarse los factores entre sí y la predicción de comportamientos individuales a partir de la relación causal entre los factores del modelo.
Estructuras de validez convergente (1)
El modelo que incluye sólo la relación entre el factor y sus correspondientes reactivos es conocido como modelo de validez convergente. Se trata de una técnica estadística que demuestra la estructura configurativa de un factor a partir de sus reactivos.
En torno a las problemáticas
medioambientales, los modelos de validez convergente han demostrado la
estructura de las creencias socio-ambientales, las competencias
psico-ambientales, las identidades regionales y los comportamientos
individuales. En torno a las problemáticas hidrológicas, los estudios científico
sociales han confirmado las hipótesis de estructuras biosféricas o
antropocéntricas, estructuras de ahorro y dispendio.
La demostración de una
convergencia de reactivos, sólo es la culminación de un proceso observacional e
hipotético deductivo en el que las preguntas o reactivos de un cuestionario, se
elaboran considerando planteamientos y conceptos generales.
La validez convergente es una
demostración preliminar para la construcción de modelos estructurales
integrales. Sin embargo, la convergencia de reactivos en un factor no excluye la
convergencia de esos mismos reactivos en otros factores.
Precisamente, la multiconvergencia
de reactivos en factores es un límite de las teorías en ciencias sociales.
Debido a la generalidad de sus postulados, las preguntas y reactivos que se
derivan de las teorías deben incluir una especificidad que permita explicar
comportamientos individuales, dinámicas grupales, políticas institucionales,
climas organizacionales, identidades comunitarias o movilizaciones
ciudadanas.
En psicología, la especificidad de
sus teorías supera los límites de las teorías científicas sociales. No obstante,
las teorías psicológicas enfrentan la problemática de la colinealidad y la
multicolinealidad que evidencia la repetición de teorías, sus conceptos y
reactivos correspondientes. En psicología es muy común encontrar teorías que
tratan de explicar la misma unidad de análisis utilizando los mismos conceptos.
Tales son los casos de la Teoría de la Auto-eficiencia, la Teoría de la Conducta
Planificada y la Teoría del Locus de Control que comparten el mismo concepto de
percepción de control para explicar las habilidades individuales en torno a una
tarea o función. Esta repetición que ocurre a nivel teórico se refleja a nivel
metodológico con las técnicas de investigación y a nivel instrumental con los
cuestionarios, inventaros o baterías que terminan siendo similares en sus
preguntas, reactivos y opciones de respuesta.
En este sentido, los análisis de
factores demuestran que los reactivos miden rasgos diferentes que al converger
en un factor, explican una dimensión de la cognición o el comportamiento. La
validez del constructo o factor es un requerimiento preliminar para explicar la
sistematización de rasgos cognitivos o conductuales. Es decir, las problemáticas
hidrológicas tales como la escasez, el desabasto o la insalubridad tienen un
impacto en los individuos que pueden inferirse a partir del análisis de la
convergencia de respuestas a un instrumento que mide dicho impacto situacional
hidrológico en las personas. Los instrumentos que miden el impacto de las
problemáticas hidrológicas en los individuos, aluden a las creencias, los
valores, las actitudes, las motivaciones, las habilidades, los conocimientos,
las competencias, las intenciones y los comportamientos en relación a la
escasez, desabasto o insalubridad. Los estudios hidrológicos estructurales han
demostrado que la escasez de agua configura creencias, competencias y
comportamientos inherentes al cuidado del agua.
Ahora bien, la colinealidad y
multicolinealidad es atribuida a los modelos estructurales que incluyen dos o
más variables exógenas latentes con una o más covarianzas cercanas a cero. En
los modelos estructurales de las Ciencias Sociales, sobretodo en Psicología, las
covarianzas son reportadas para demostrar la validez discriminante y con ello,
la ausencia de colinealidad o multicolinealidad. En este sentido, para superar
los límites inherentes a la generalidad y la especificada, las ciencias sociales
han recurrido a las estructuras discriminantes que les permiten discernir los
factores que explica las problemáticas hidrológicas.
Estructuras de validez
discriminante (2) El modelo que incluye sólo las
relaciones entre las variables latentes exógenas es conocido como validez
discriminante. A partir del parámetro “phi” de covarianza entre los constructos
exógenos se infiere la incidencia de otras variables no medidas sobre las
variables latentes endógenas. Un valor de covarianza cercana a cero indica que
los constructos miden las mismas dimensiones y confirman el diagnóstico de
colinealidad o multicolinealidad. Una covarianza superior a uno indica que otras
variables no consideradas en el modelo confirman la ausencia de colinealidad o
multicolinealidad.
En torno a las problemáticas
medioambientales los estudios científico sociales han demostrado la validez
discriminante entre las creencias ecocéntricas y antropocéntricas, actitudes
generales y específicas, percepciones de riesgos y utilitarias, valores
biosféricos y egoístas, comportamientos anti ambientales y proambientales. En
torno a las problemáticas hidrológicas, han demostrado la validez discriminante
entre las creencias, los valores y percepciones, entre habilidades preventivas y
reparativas de fugas de agua, entre dosificación y reutilización de
agua.
Los límites de la validez
discriminante se identifican en la indeterminación de las variables no incluidas
en el modelo. A menudo estas variables aluden a la influencia de los grupos en
los que el individuo pertenece. Se trata de normas que al ser conceptualizadas
generalmente, dificultan su medición. Otras variables no incluidas en los
modelos estructurales son aquellas que refieren a las dimensiones afectivas de
los individuos. Son variables tales como la emoción, el enojo, la incertidumbre,
la desesperanza, la creatividad o la innovación que al estar definidas
ambiguamente impiden su medición.
En modelos estructurales que
incluyen variables perceptuales, valorativas y evaluativas las covarianzas
confirman la estructura de un sistema cognitivo conductual en el que las
variables exógenas, al ser diferentes, inciden gradualmente en las variables
endógenas. Estos modelos son conocidos como estructuras convergentes,
discriminantes y determinantes.
Los determinantes cognitivos del
comportamiento individual son estimados por el parámetro de regresión “Beta” y
forman las estructuras de predicción.
Estructuras de predicción
(3)
El modelo que incluye las relaciones causales
entre variables exógenas sobre variables endógenas es conocido como estructura de predicción. Las relaciones
causales pueden ser; (1) relaciones causales directas de variables exógenas
sobre endógenas de segundo orden y (2) relaciones causales indirectas de
variables exógenas sobre endógenas de primer orden a través de variables
endógenas de segundo orden.
En
torno a las problemáticas
medioambientales, los estudios científico sociales han demostrado la incidencia
de las situaciones medioambientales sobre la acción individual o colectiva, han
demostrado la influencia de las situaciones medioambientales sobre el
comportamiento pro-ambiental a través de las creencias, las actitudes y las
intenciones. En torno a las problemáticas hidrológicas, han demostrado los
efectos directos de la escasez de agua sobre su ahorro, el desabasto sobre la
dosificación, la insalubridad sobre la purificación.
También se ha
demostrado el efecto indirecto de estas problemáticas hidrológicas sobre la
conducta individual, grupal, vecinal, comunitaria o colectiva a través de las
percepciones de utilidad.
Los límites de
los modelos estructurales predictivos pueden advertirse en unidireccionalidad de
sus trayectorias causales. En estos modelos la situación medioambiental
determina la cognición y el comportamiento individual y los efectos del
comportamiento humano sobre la situación medioambiental sólo han sido explicados
desde las ciencias naturales a partir de indicadores de impacto ambiental. Tales
estudios científico naturales sólo establecen el deterioro ecológico o
contaminación como eventos aislados y estáticos. Ni los estudios científicos
sociales y ni los estudios científico naturales explican la interacción entre el
medio ambiente, el comportamiento humano y sus correspondientes factores
mediadores tales como la cultura, la tecnología, las tradiciones, las normas o
las cogniciones. En este sentido, se han realizado estudios que pretenden
explicar la interacción medioambiental y conductual a partir de modelos
integrales que incluyen factores situacionales, culturales, normativos,
cognitivos y conductuales.
Estructuras de sistematización
(4)
El modelo que
incluye las trayectorias de relaciones causales unidireccionales entre las
situaciones, las cogniciones y los comportamientos convergentes, discriminantes
y predictivos es conocido como estructura sistémica.
En torno a las
problemáticas medioambientales los estudios científicos sociales han demostrado
el impacto indirecto de los factores situacionales sobre los comportamientos
sostenibles a través de las variables socio-demográficas, las competencias
ambientales y las identidades regionales. En torno a las problemáticas
hidrológicas, han demostrado que la escasez de agua determina su ahorro siempre
y cuando las clases baja y media cuenten con los espacios y los recipientes para
su almacenamiento y reutilización.
Los límites de
los modelos estructurales sistémicos pueden evidenciarse en la verosimilitud de
las relaciones causales. Esto es, el grado de ajuste de dichas relaciones
hipotéticas a las relaciones observadas. En este sentido, los parámetros de
ajuste tales como CFI, NFI o RMSEA sólo indican el ajuste del modelo de medición
(relaciones hipotéticas) al modelo estructural (relaciones observadas). Dichas
relaciones hipotéticas son derivadas del conocimiento teórico, la intuición y
experiencia del investigador. Por tanto, los modelos estructurales sistémicos
sólo demuestran la congruencia entre el estado del conocimiento (teorías que
producen hipótesis causales de estudios cuasi-experimentales y muestras
sesgadas) y los datos obtenidos de un instrumento. Sin embargo, los modelos
estructurales sistémicos son el primer intento serio de las ciencias sociales
por explorar, describir, explicar, predecir e incluso comprender la complejidad
de relaciones unidireccionales, bidireccionales y multidireccionales entre las
situaciones medioambientales y los comportamientos individuales pasando por la
influencia grupal, la identidad comunitaria, la innovación tecnológica, la
mediatización informacional, la normatividad institucional, la ideología social,
la tradición familiar o la explotación laboral.
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Notas
1. Bechtel, Corral y Pinheiro (1999) con una muestra
de 164 estudiantes estadounidense, mediante un modelo estructural (X2 = 64.4; 53
gl; p = .14), establecieron la validez convergente del instrumento que miden las
creencias ambientales en los Estados Unidos de América (R1 = .70, R2 = .50, R3 =
.73, R4 = .27, R5 = .71 y R6 = .80, R7 = .45, R8 = .53, R9 = .65, R10 = .52, R11
= .55, R12 = .89). Con una muestra de 505 estudiantes mexicanos, a través de un
modelo estructural (X2 = 58.24; 51 gl; .22), establecieron la validez
convergente del instrumento que mide las creencias ecológicas (R1 = .58, R2 =
.31, R3 = .50, R4 = .38, R5 = .41 y R6 = .33, R7 = .72, R8 = .45, R9 = .43, R10
= .92, R11 = .63, R12 = .23). Finalmente, con una muestra de 137 estudiantes
brasileños, mediante un modelo estructural (X2 = 36.44; 52 gl; p = .31),
establecieron la validez convergente de las creencias del entorno (R1 = .25, R2
= .48, R3 = .59, R4 = .27, R5 = .99 y R6 = .40, R7 = .78, R8 = .33, R9 = .43).
Martínez (2004) con una muestra de 170 residentes mexicanos, estableció la
validez convergente estructural (X2 = 47-09; 51 gl; p < .001; RMSEA = .00;
GFI = .95; AGFI = .93; CFI = 1: TU = 1) de tres instrumentos que miden las
variables preceptúales de juicios o adscripciones de responsabilidad (R1 = .58,
R2 = .72, R3 = .55, R4 = .66 y R5 = .61), responsabilidad moral (R6 = .60, R7 =
.61, R8 = .52, R9 = .54, R10 = .58) y responsabilidad convencional (R11 = .63 y
R12 = .63). Valenzuela, Corral, Quijada, Griego, Ocaña y Contreras (2004) con
una muestra de 240 habitantes mexicanos, demostraron un modelo estructural (X2 =
430.6; 271 gl; p = .001; NNFI = .90; CFI = .90; RMSEA = .05) a partir de la
verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron
la validez de los instrumentos que miden cuatro variables psicoambientales;
propensión al futuro (pesos factoriales de R1 = .48, R2 = .63, R3 = .70, R4 =
.74, R5 = .63, R6 = .66, R7 = .70, R8 = .40, R9 = .63, R10 = .67), auto-reporte
de ahorro de agua (R11 = .40, R12 = .64, R13 = .60, R14 = .66), austeridad (R15
= .40, R16 = .48, R17 = .37, R18 = .49, R19 = .39, R20 = .22 y R21 = .65) y
altruismo ( R22 = .80, R23 = .73, R24 = .79 y R25 = .78). Además, demostraron
que la propensión al futuro predice directa, positiva y significativamente (β =
.40) a la austeridad misma que a su vez también es causada (β = .23) por el
altruismo y a su vez incide (β = .37) el ahorro de agua explicando el 14% de su
varianza. Zúñiga y Asún (2004) con una muestra de 264 estudiantes chilenos
demostraron un modelo estructural (x2 = 273; p = .001; CFI = .97; NFI = .96;
RMSEA = .10) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que
configuran el modelo, establecieron la configuración del constructo de identidad
regional a partir de tres factores; significado de pertenencia al territorio
(.91), conciencia de pertenencia (.72) y significado de pertenencia histórica
cultural (.82).
2. Bechtel, Asai, Corral y González (2006) con una muestra de 1358
residentes japoneses, mexicanos, peruanos y estadounidenses, demostraron cuatro
modelos estructurales (Japón: X2 = 64.6; 49 gl; p = .07; NNFI = .95; CFI = .96
México: X2 = 68.2; 48 gl; p = .03; NNFI = .91; CFI = .93 Perú: X2 = 38.6; 50 gl;
p = .89; NNFI = 1; CFI = 1 Estados Unidos de América: X2 = 60.5; 49 gl; p = .12;
NNFI = .96; CFI = .97) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales
que configuran el modelo, establecieron la estructura trifactorial (limites al
crecimiento, balance natural y excepción humana) de la creencias ambientales. En
el primer, segundo y tercer modelos el balance natural tiene una covarianza
positiva (φ = .41; φ = .42; φ = .84) con el factor de limite al crecimiento
respectivamente. Corral (2002c) con una de 195 residentes mexicanos, mediante un
modelo estructural (X2 = 1.61; 8 gl; p = .99; NFI = .99; NNFI = 1.08; CFI =
1.00), estableció la validez convergente de los instrumentos que miden el nuevo
paradigma ambiental (limites al crecimiento = .59, economía de Estado = .57 y
tierra como nave espacial = .60), el paradigma de la excepción humana
(modificación del ambiente = .36, humanidad sobre naturaleza = .73 y negativa de
adaptación = .71) y los motivos ecológicos (reuso de cartón = .60, reuso de
periódico = .61, reuso de ropa = .73 y reuso de cajas = .75). Demostró la
validez discriminante entre el paradigma de la excepcionalidad humana y nuevo
paradigma ambiental ( = .39). Corral y Pinheiro (2004) con una muestra de 233
estudiantes en Hermosillo Sonora, demostraron un modelo estructural (x2 = 14.4;
9 gl; p = .10; NNFI = .95, CFI = .97, RMSEA = .05) a partir de la verosimilitud
de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron que la
efectividad (reacción eficaz en el cuidado del medio ambiente), la deliberación
(estrategia para el bienestar social, individual y de los organismos), la
anticipación (plan contingente que se aplicará inmediatamente o a futuro), la
solidaridad (reacción altruista hacia los seres humanos, especies animales y
vegetales) y la austeridad (forma de transformación y consumo mínimo de los
recursos naturales) son indicadores (R2 = .66, .69, .43, .33, .58, .29
respectivamente) de la conducta sustentable. Demostraron las coarianzas
directas, positivas y significativas entre la anticipación con la austeridad (φ
= .48), con el altruismo (φ = .43), con la efectividad (φ = .23), con la
deliberación (φ = .16) y con el ahorro de agua informado (φ = .21). ésta última
variable con la austeridad (φ = ,18), con la deliberación (φ = .21) y con la
efectividad (φ = .23) quien se relacionó con la deliberación (φ = .22) y con el
altruismo (φ = .25) el que a su vez se relacionó con la austeridad (φ = .36) la
que finalmente se relacionó con la deliberación (φ = .16). Corral, Fraijó y
Tapia (2004) con una muestra de 95 estudiantes mexicanos establecieron un modelo
estructural (X2 = 642.6; 433 gl; p < .001; BNNFI = .90; CFI = .91; RMSEA =
.04) para demostrar la validez de los instrumentos que miden siete factores
psicoambientales; creencias ecocéntricas (R1 = .70, R2 = .59, R3 = .58, R4 =
.62, R5 = .67 y R6 = .61), creencias antropocéntricas (R7 = .30, R8 = .82, R9 =
.79 y R10 = .49), habilidades (R11 = .82, R12 = .80, R13 = .77, R14 = .76 y R15
= .56), motivos (R16 = .74, R17 = .87, R18 = .85 y R19 = .76), valores (R20 =
.76, R21 = .90 y R22 = .84), conocimientos (R23 = .49, R24 = .37, R25 = .47, R26
= .40, R27 = .25, R28 = .31 y R29 = .32) y acciones (R30 = .63 y R31 = .42).
Además, demostraron la relación “phi” entre las siete variables
psicoambientales; conocimientos con ecocentrismo (φ = .74), con antropocentrismo
(φ = -.53), habilidades (φ = .53), con acciones (φ = .46) y con motivos (φ =
.37). Las creencias ecocéntricas con los valores (φ = -.69) y con las creencias
antropocéntricas (φ = -.73). Las habilidades con el antropocentrismo (φ = -.50)
y con los valores (φ = -.40). Corral, Fraijó, Frías, González y Pinheiro (2004)
con una muestra de 300 habitantes de la ciudad de Hermosillo Sonora, demostraron
un modelo estructural (x2 = 351; 231 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91;
RMSEA = .04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que
configuran el modelo, establecieron que el presente tanto hedonista como
fatalista covarían negativamente (φ = -.18; φ = -.35) con el ahorro de agua. Así
mismo, demostraron que la propensión al futuro también tiene una estrecha
relación positiva (φ = .17) con la variable endógena de primer orden. A su vez,
la propensión al futuro tuvo una relación “phi” con el pasado positivo (φ =
.67), con el presente fatalista (φ = .28) y con el presente hedonista (φ =
-.28). El pasado negativo con el pasado positivo (φ = .26), con el presente
fatalista (φ = .44) y con el presente hedonista (φ = .21). El presente fatalista
con el presente hedonista (φ = .65). Corral, Frías, Fraijó y Tapia (2006) con
una muestra de 150 habitantes de la ciudad de Hermosillo, Sonora (México)
establecieron un modelo estructural (BNNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .00; p <
01) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el
modelo, demostraron dos covarianzas: directas, negativas y significativas entre
el comportamiento proambiental y su relación tanto con la tendencia al riesgo (φ
= -,12) como con la falta de autocontrol (φ = -.19). En contraste, dos
correlaciones: directas, positivas y significativas entre la conducta
antiambiental en relación a la tendencia al riesgo (φ = .51) y la falta de
autocontrol (φ = .27). Dos correlaciones: directas, positivas y significativas
entre la conducta antisocial en relación con la tendencia al riesgo (φ = .68) y
la falta de autocontrol (φ = .45). Finalmente, la correlación entre la conducta
antiambiental y la conducta antisocial resulta positiva y significativa (φ =
.84) mientras la correlación entre la tendencia al riesgo y la falta de
autocontrol resultaba también positiva y significativa (φ = .48).
3. Castro (2006) con una muestra de 1491
residentes y militares argentinos demostró un modelo estructural (X2 = 509.72;
63 gl: GFI = .88; AGFI = .68; NFI = .82; CFI = .82; RMSEA = .25) a partir de la
verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció el
efecto directo, positivo y significativo de la cultura laboral sobre (β = .26)
el liderazgo organizacional. Corral (1997b) con una muestra de 100 residentes de
Hermosillo Sonora, encontró dos modelos estructurales (uno para predecir el
reuso con X2 = 34.78: 29 gl: p =.21: CFI = .90 y otro para predecir el reciclaje
X2 = 26.71; 29 gl; p = .58; CFI = 1) a partir de la verosimilitud de las
relaciones causales que configuran el modelo, establecieron que las creencias
predicen significativamente el reuso y reciclaje reportado (β = .25 y .β = 31
respectivamente). Además, los motivos determinan significativamente el reuso y
el reciclaje observado (β = .47 y .31 respectivamente). Corral (2002c) con una
de 195 residentes mexicanos, mediante un modelo estructural (X2 = 91.42; 73 gl;
p = .07; NFI = .87; NNFI = .94; CFI = .93), demostró el efecto indirecto,
positivo y significativo del nuevo paradigma ambiental sobre el reuso (β = ).
Estableció la determinación indirecta y negativa del paradigma de la
excepcionalidad humana sobre el reuso (β = -.19). Ambos efectos estuvieron
mediados por los motivos. Corral y Frías (2006) con una muestra de 177
residentes mexicanos establecieron un modelo estructural (X2 = 285.5; 203 gl; p
< .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .000) a partir de la verosimilitud de
las relaciones causales que configuran el modelo, demostraron el efecto directo
de las creencias normativas y la conducta antisocial (β = .22 y β -.18
respectivamente) sobre la conservación de agua. Ambos constructos exógenos
tuvieron una correlación (φ = -.14). Corral, Frías y González (2001) con una
muestra de 114 residentes mexicanos, mediante un modelo estructural (X2 = 26,
25gl; p = .36; NNFI = .95, CFI = .96; RMSEA = .02), establecieron el efecto
directo, positivo y significativo entre el comportamiento antisocial sobre el
desperdicio de agua (β = .35). Corral, Quijada, Griego, Ocaña y Contreras (2004)
con una muestra de 240 habitantes en las ciudades de Hermosillo y Obregón
Sonora, demostraron un modelo estructural (x2 = 430.6; 271 gl; p = .001; NNFI =
.90; CFI = .90; RMSEA = .05) a partir de la verosimilitud de las relaciones
causales que configuran el modelo, establecieron que la propensión al futuro
predice directa, positiva y significativamente (β = .40; p < .05) a la
austeridad misma que a su vez también es predecida (β = .23; p < .05) por el
altruismo y predictora (β = .37) del ahorro de agua. Fraijo, Tapía y Corral
(2004) con una muestra de 118 habitantes mexicanos, demostraron un modelo
estructural (X2 = 479.78; 294 gl; p = .001; NNFI = .91; CFI = .92; RMSEA = .06)
a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el
modelo, establecieron el efecto directo de una intervención sobre la estructura
de las competencias de ahorro de agua (β = .98), la cual incluye como
indicadores a las creencias, las Habilidades, los conocimientos y los motivos en
orden de importancia. En consecuencia, las competencias de ahorro de agua
tuvieron un efecto directo, negativo y significativo (β = -.15) sobre el consumo
observado y registrado de agua. Por lo tanto, el programa de educación ambiental
aplicado en esta muestra contribuyó a un mejor ahorro de agua vía las
competencias. Grob (1995) con una muestra de 398 residentes de Canton Berne en
Suiza, demostró un modelo estructural (X2 = 8.87; 7 gl; p = .26; AGFI = .99;
RMSR = .01) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que
configuran el modelo, estableció que el componente emocional de la actitud
predice la conducta proambiental (β = .20). McFarie y Hunt (2006) con una
muestra de 3052 residentes canadienses, demostraron un modelo estructural (X2 =
1.91; 2 gl; p = .38; AGFI = .99; RNSEA = .000) a partir de la verosimilitud de
las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron los efectos
indirectos; negativos y significativos de los valores y los conocimientos sobre
el activismo ecológico (γ = -.54; γ = -.08). Dicho efecto esta mediado por las
actitudes (β = -.25). Milfont y Duckitt (2004) con una muestra de 455 residentes
neocelandeses demostraron mediante un modelo estructural (X2 = 12.68; 29 gl; p =
4.24; RMSEA = .08; SRMR = .07; CFI = .91) a partir de la verosimilitud de las
relaciones causales que configuran el modelo, establecieron la relación negativa
entre el factor conservacionista y el factor utilitarista (φ = -.72) y el efecto
directo del factor conservacionista de segundo orden sobre la conducta
autoreportada (β = .67). Milfont y Duckitt, (2006) con una muestra de 314
estudiantes neozelandeses demostraron dos modelos estructurales (Primer modelo:
X2 = 997.88; 582 gl; RMSEA = .04; SRMR = .06; CFI = .98; ECVL = 3.72; CALC =
1564.83 Segundo modelo: X2 = 946.88; 581 gl; RMSEA = .04; SRMR = .06; CFI = .98;
ECVI = 3.57; CALC = 1520.66) a partir de la verosimilitud de las relaciones
causales que configuran el modelo, establecieron el efecto directo, positivo y
significativo (β = .71) de la dimensión (utilitaria) de las creencias y
actitudes ambientales sobre el comportamiento proambiental. Obregón (1996) con
una muestra de 100 familias seleccionadas al azar en una zona representativa de
Hermosillo Sonora, demostró dos modelos estructurales (el primer modelo predecía
la reutilización con X2 = 64.46; p = .002; IAC = .99 y un segundo modelo
predecía el reciclaje con X2 = 56.27; P = .016; IAC = .94) a partir de la
verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció
que las creencias de conservación determinan la reutilización observada (β =
.23), y el autorreporte de reciclaje (β = .241). Por su parte, las creencias de
austeridad inciden sobre la reutilización reportada (β = .20), y finalmente, las
creencias materiales predicen el autorreporte de reciclaje (β = .329), y el
reciclaje observado (β = .227). Salanova, Martìnez, Bresò, Llorens y Grau (2005)
con una muestra de 872 estudiantes españoles demostraron un modelo estructural
(X2 = 7.58; 11 gl; p > .005; GFI = .99; AGFI = .97; RMSEA = .00; TLI = .99;
CFI = .99; NFI = .98) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales
que configuran el modelo, establecieron el efecto directo positivo y
significativo del engagement sobre el éxito académico (β = .46) y el efecto
directo negativo y significativo del burnout sobre el éxito académico (β =
-.27).Bustos (2004) con una muestra de 399 amas de
casa mexicanas, demostró un modelo estructural (X2 = 17.17; 13 gl; p > .05;
NNFI = .99; RMSEA = .030) a partir de la verosimilitud de las relaciones
causales que configuran el modelo, evidenció que las creencias de obligación de
ahorrar agua inciden directa y positivamente sobre las habilidades efectivas (β
= .21). A su vez, las habilidades efectivas determinan (β = .31) el
comportamiento pro ambiental (aseo personal y la preparación de alimentos).
Estableció que el locus de control Interno Incide directa y positivamente sobre
las creencias de obligación (β = .37). Bustos, Flores y Andrade (2004) con una
muestra de 349 residentes mexicanos demostraron mediante un modelo estructural
(X2 = .35; 10 gl; p = .000; GFI = .97; AGFI = .92; RMSEA = .08; R2 = .25) a
partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo,
establecieron el efecto directo, positivo y significativo del locus de control
interno sobre el ahorro de agua (β = .14) y el efecto indirecto en tres
senderos; el primero a través de las creencias de obligación de cuidar el agua
(β = .43) las cuales determinan las habilidades instrumentales (β = .20) y éstas
el ahorro de agua (β = .36), la segunda trayectoria a través de los motivos de
protección socio-ambiental (β = .21) quienes influyen en el ahorro de agua (β =
.14) y la tercera ruta a través de la percepción de riesgo a la salud (β = .30)
que causa los motivos de protección ambiental socio-ambiental (β = .20). Además,
establecieron el efecto indirecto de los conocimientos a través de las
habilidades instrumentales (β = .07) Bustos, Flores, Barrientos y Martínez
(2004) con una muestra de 210 residentes mexicanos, demostraron dos modelos
estructurales; en el modelo primero (X2 = 335.7; 16 gl; p < .001; NFI = .93)
a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el
modelo, establecieron que tanto el locus de control Interno (β = .44) como los
motivos de ahorro (β = .67) predicen directa, positiva y significativamente el
ahorro de agua en el aseo personal explicando el 64% de la varianza. En un
segundo modelo (X2 = 78.7; 7 gl; p < .001; NFI = .98) tanto el locus de
control interno (β = .23) como los motivos de ahorro (β = .29) determinan la
limpieza general explicando el 13% de la varianza. en ambos modelos las
variables exógenas tuvieron una correlación “phi” positiva y significativa (φ =
.49).
4. Corral (2002a) con una muestra de 200 habitantes de Hermosillo y Ciudad Obregón Sonora, estableció un modelo estructural (X2 = 43; 34 gl; p = .47; NFI = .95; NNFI = 1; CFI = 1) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, demostró que regar las plantas, lavar trastes y lavarse los dientes son indicadores (R2 =.53, .76 y .75 respectivamente) de las habilidades, las cuales junto con los motivos son indicadores (R2 =.84) de las competencias las cuales explican el ahorro de agua (R2 =.54). Corral (2002c) con una muestra de 195 residentes de Hermosillo Sonora, demostró un modelo estructural (X2 = 249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = 0,93; GFI = 1,0; AGFI = .91; RQQMEA = 0,04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció que los motivos para reutilizar ropa, cajas, vidrio y periódico son indicadores (R2 =.65, .62, .75 y .59 respectivamente) y predictores de la reutilización (R2 =.64). Corral y Encinas, (2001) con una muestra de 100 amas de casa en Hermosillo, Sonora, demostraron un modelo estructural (X2 = 48.1; 42 gl; p =.24; IBANN = .88; IAC = .92) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron que los motivos predicen (R2 =52) el reciclaje de papel. Corral, (2003b) con una muestra de 500 residentes de Hermosillo y Ciudad Obregón en Sonora, demostró un modelo estructural (X2 = 249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = .93; GFI = 1; RQQMEA = .04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció que lavar platos, regar plantas y tomar baño de chuveiro son indicadores (R2 = .58, .57 y .50 respectivamente) de las habilidades. Además, el utilitarismo explica la variabilidad del consumo de agua (R2 =.22). Corral, Bechtel y Fraijo, (2003) con una muestra de 392 residentes de Hermosillo y 111 de Ciudad Obregón, Sonora en el Norte de México, demostraron dos modelos estructurales (modelo primero: X2 = 235.1; 111 gl; p < .001; CFI = .92; NNFI = .87; RMSEA = .047 modelo segundo: X2 = 528.4; 263 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .045) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron los efectos directos e indirectos de las creencias generales en el consumo de agua, las creencias generales tienen un efecto directo sobre el consumo de agua. las creencias generales que tienen un efecto indirecto al ser moderadas por el utilitarismo. Concluyeron que el segundo modelo explica mejor la variabilidad del consumo de agua. Corral, Frías y González (2003) con una muestra de 114 residentes mexicanos demostraron un modelo estructural (X2 = 26; 25 gl; p > .05; NNFI = .95; CFI = .96; RMSEA = .02) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron el efecto directo y positivo (β = .35) de la conducta antisocial sobre el dispendio hidrológico (R2 = .37). Espinosa, Orduña y Corral (2002) con una muestra de 485 habitantes de Hermosillo, Sonora, establecieron un modelo estructural (X2 = 271.5; 84 gl; p < .001; NFÍ = .90; CFI = .93; RMSEA = .03) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, demostraron que los motivos son indicadores (R2 =.15) de las competencias de ahorro de agua. Asimismo, bañarse, lavar trastes y lavarse los dientes son indicadores (R2 =.80, .85 y .24 respectivamente) de las habilidades. Finalmente, las competencias predicen el ahorro de agua (R2 = .32). Rego y Pereira (2004) con una muestra de 1201 estudiantes portugueses demostraron un modelo estructural (X2 = 3.3; RMSEA = .04; GFI = .97; AGFI = .96; IFI = .97; RFI = .97) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron la estructura factorial del comportamiento participativo (R1 = .59, R2 = .63 y R3 = 68), orientación practica (R4 = .76, R5 = .80 y R6 = .65) conciencia pedagógica (R7 = .82, R8 = .54, R9 = .82 y R10 = .54) y cortesía (R11 = .53, R12 = .80, R13 = .58 y R14 = .67). Además demostraron la relación “phi” entre el comportamiento participativo con orientación practica (φ = .59). Shaphores, Nixon, Ogunseitan & Shapiro (2006) con una muestra de 300 residentes de la ciudad de California demostraron la ausencia de multicolinealidad (excesivas interconexiones entre las variables) con los parámetros de esfericidad de Bartlett y Kayser Meyer Olkin (KMO = .81; p < .001). Establecieron dos modelos (modelo primero: OP = .36; p < .01; SNOP = .35; p < .001; X2 = 118.87; 9 gl modelo segundo: OP = .43; p < .01; SNOP = .52; p < .001; X2 = 18.25; 9 gl) para demostrar el efecto directo, positivo y significativo entre la edad y el género sobre la actitud hacia el reciclaje de basura electrónica. Tejada y Arias (2005) con una muestra de 357 trabajadores mexicanos, establecieron dos modelos estructurales (modelo primero: X2 = 469.94; 31 gl; p < .001; GFI = .89; AGFI = .85; TLI = .93; CFI = .94; RMSEA = .38 modelo segundo: X2 = 384.74; 158 gl; p < .001; GFI = .92; AGFI = .90; RMSEA = .04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron el efecto indirecto, positivo y significativo del valor de compromiso organizacional sobre la intención de cambio laboral. Dicho efecto estuvo mediado por el valor de compromiso afectivo.
4. Corral (2002a) con una muestra de 200 habitantes de Hermosillo y Ciudad Obregón Sonora, estableció un modelo estructural (X2 = 43; 34 gl; p = .47; NFI = .95; NNFI = 1; CFI = 1) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, demostró que regar las plantas, lavar trastes y lavarse los dientes son indicadores (R2 =.53, .76 y .75 respectivamente) de las habilidades, las cuales junto con los motivos son indicadores (R2 =.84) de las competencias las cuales explican el ahorro de agua (R2 =.54). Corral (2002c) con una muestra de 195 residentes de Hermosillo Sonora, demostró un modelo estructural (X2 = 249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = 0,93; GFI = 1,0; AGFI = .91; RQQMEA = 0,04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció que los motivos para reutilizar ropa, cajas, vidrio y periódico son indicadores (R2 =.65, .62, .75 y .59 respectivamente) y predictores de la reutilización (R2 =.64). Corral y Encinas, (2001) con una muestra de 100 amas de casa en Hermosillo, Sonora, demostraron un modelo estructural (X2 = 48.1; 42 gl; p =.24; IBANN = .88; IAC = .92) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron que los motivos predicen (R2 =52) el reciclaje de papel. Corral, (2003b) con una muestra de 500 residentes de Hermosillo y Ciudad Obregón en Sonora, demostró un modelo estructural (X2 = 249,7; 103 gl; p < .001; IANN = 0,91; IAC = .93; GFI = 1; RQQMEA = .04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, estableció que lavar platos, regar plantas y tomar baño de chuveiro son indicadores (R2 = .58, .57 y .50 respectivamente) de las habilidades. Además, el utilitarismo explica la variabilidad del consumo de agua (R2 =.22). Corral, Bechtel y Fraijo, (2003) con una muestra de 392 residentes de Hermosillo y 111 de Ciudad Obregón, Sonora en el Norte de México, demostraron dos modelos estructurales (modelo primero: X2 = 235.1; 111 gl; p < .001; CFI = .92; NNFI = .87; RMSEA = .047 modelo segundo: X2 = 528.4; 263 gl; p < .001; NNFI = .90; CFI = .91; RMSEA = .045) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron los efectos directos e indirectos de las creencias generales en el consumo de agua, las creencias generales tienen un efecto directo sobre el consumo de agua. las creencias generales que tienen un efecto indirecto al ser moderadas por el utilitarismo. Concluyeron que el segundo modelo explica mejor la variabilidad del consumo de agua. Corral, Frías y González (2003) con una muestra de 114 residentes mexicanos demostraron un modelo estructural (X2 = 26; 25 gl; p > .05; NNFI = .95; CFI = .96; RMSEA = .02) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron el efecto directo y positivo (β = .35) de la conducta antisocial sobre el dispendio hidrológico (R2 = .37). Espinosa, Orduña y Corral (2002) con una muestra de 485 habitantes de Hermosillo, Sonora, establecieron un modelo estructural (X2 = 271.5; 84 gl; p < .001; NFÍ = .90; CFI = .93; RMSEA = .03) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, demostraron que los motivos son indicadores (R2 =.15) de las competencias de ahorro de agua. Asimismo, bañarse, lavar trastes y lavarse los dientes son indicadores (R2 =.80, .85 y .24 respectivamente) de las habilidades. Finalmente, las competencias predicen el ahorro de agua (R2 = .32). Rego y Pereira (2004) con una muestra de 1201 estudiantes portugueses demostraron un modelo estructural (X2 = 3.3; RMSEA = .04; GFI = .97; AGFI = .96; IFI = .97; RFI = .97) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron la estructura factorial del comportamiento participativo (R1 = .59, R2 = .63 y R3 = 68), orientación practica (R4 = .76, R5 = .80 y R6 = .65) conciencia pedagógica (R7 = .82, R8 = .54, R9 = .82 y R10 = .54) y cortesía (R11 = .53, R12 = .80, R13 = .58 y R14 = .67). Además demostraron la relación “phi” entre el comportamiento participativo con orientación practica (φ = .59). Shaphores, Nixon, Ogunseitan & Shapiro (2006) con una muestra de 300 residentes de la ciudad de California demostraron la ausencia de multicolinealidad (excesivas interconexiones entre las variables) con los parámetros de esfericidad de Bartlett y Kayser Meyer Olkin (KMO = .81; p < .001). Establecieron dos modelos (modelo primero: OP = .36; p < .01; SNOP = .35; p < .001; X2 = 118.87; 9 gl modelo segundo: OP = .43; p < .01; SNOP = .52; p < .001; X2 = 18.25; 9 gl) para demostrar el efecto directo, positivo y significativo entre la edad y el género sobre la actitud hacia el reciclaje de basura electrónica. Tejada y Arias (2005) con una muestra de 357 trabajadores mexicanos, establecieron dos modelos estructurales (modelo primero: X2 = 469.94; 31 gl; p < .001; GFI = .89; AGFI = .85; TLI = .93; CFI = .94; RMSEA = .38 modelo segundo: X2 = 384.74; 158 gl; p < .001; GFI = .92; AGFI = .90; RMSEA = .04) a partir de la verosimilitud de las relaciones causales que configuran el modelo, establecieron el efecto indirecto, positivo y significativo del valor de compromiso organizacional sobre la intención de cambio laboral. Dicho efecto estuvo mediado por el valor de compromiso afectivo.
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