miércoles, 5 de julio de 2023

Las Meninas de Velásquez como representación del Barroco

 Las Meninas de Velásquez como representación del Barroco 

 Andrey Velásquez Fernández





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Universidad del Valle / Colombia


Andrey Velásquez Fernández. Psicólogo de la Universidad del Valle. Asesor de la Corporación Latinoamericana de Estudiantes y Egresados de Psicología – SOLEPSI – y Fotógrafo vinculado al colectivo Cali en Foco. Correo electrónico: andreyvelasquez@psicologos.com


Referencia Recomendada: Velásquez-Fernández, A. (2019). Las meninas de Velásquez como representación del barroco. Revista de Psicología GEPU, 10 (1), 179-182

Reseña de la pintura: Velázquez, D. (1656). Las meninas [pintura]. Madrid, Museo del Prado


Diego Velásquez (1599 - 1660) es un pintor español que se encontraba inmerso en el arte barroco, es justamente reconocido como uno de los máximos representantes de la pintura barroca española. Esta obra titulada “Las Meninas” fue realizada en su época artística final, en 1656 aproximadamente, y actualmente se encuentra en el Museo del Prado de la ciudad de Madrid - España.

Las obras de Velásquez por contexto con su periodo histórico se podrían clasificar en lo que se ha denominado como Arte Barroco Aristocrático. Realizaremos entonces una descripción de las características particulares de la obra y trataremos de argumentar de acuerdo a estas características porque esta obra es tan importante para el periodo barroco.

El lugar donde la escena de la pintura acontece es el Cuarto Bajo del Príncipe del Alcázar de Madrid (Carrasco, 2004). En la pintura aparece un autorretrato de Velásquez, el cual aparece pintando una obra, mirando exactamente al lugar donde se sitúa el espectador de la misma, el gran caballete se ve por detrás, por lo cual no sabemos que está pintando Velásquez en su obra. Esto crea una ilusión al espectador de encontrarse inmerso en la pintura, de estar siendo él, quien es retratado por Velásquez; de esta forma se genera un dialogo de intersubjetividad entre la escena retratada en el cuadro y el observador que se siente participe de la obra, debido en parte, a que los personajes parecen salirse de la pintura a la vez que nos miran como si fuéramos parte de ella. Esta situación es la que se denomina como la representación del mundo real a través del arte, ya que se logra conjugar el espacio del espectador con el espacio representado, una dualidad integrante a nivel psíquico.

Al lado del pintor aparecen dos meninas llamadas Isabel Velasco y Agustina Sarmiento, en la mitad de ellas la infanta Margarita aparece como el centro exacto de la obra, en donde la luminosidad que entra por una ventana la ubica como el personaje principal, detrás de estas se encuentran la dama de compañía Marcela de Ulloa quien se encuentra conversando con un hombre no del todo identificado (posiblemente el guardadamas Diego Ruiz de Azcona); al lado de las meninas se encuentran los enanos Maribárbola y Nicolás de Pertusato, este último tiene un pie sobre un perro que se encuentra echado debajo de ellos. 

Al fondo de la habitación se encuentra un pared con varios cuadros y un espejo que refleja las imágenes del rey Felipe IV y de su segunda esposa la reina Mariana, el espejo es identificado como tal, gracias a los haces de luz que se encuentran en los bordes; hay también una puerta en donde se encuentra la figura de José Nieto, el aposentador de palacio, este sitio es el centro de la perspectiva del cuadro. La mayoría de personas se encuentran observando hacia la parte externa del cuadro, que es el lugar donde se ubica el espectador de la obra.

En esta obra se aborda el tema de la metarepresentación, esto es la representación sobre la representación. Hay un excelente manejo de la profundidad, la cual se consigue gracias al juego de perspectivas propuesto y al manejo de luces y sombras que es permitido por los haces de luz que penetran por las ventanas de la habitación.        

Las Meninas es un obra representativa del barroco justamente porque aborda las temáticas y características principales de esta época del arte, desde el desconcierto que se presenta en la obra, en donde no se sabe a quién está retratando Velásquez, lo cual permite decenas de interpretaciones acerca de la pintura, hasta la movilidad de las circunstancias evidenciado en los personajes de las Meninas, ya que no es una simple pose para un retrato, si no que cada personaje tiene su propia acción en el espacio. 

Otro rasgo que vincula a las Meninas para esa época del arte es “la importancia que tiene para el Barroco el mundo como una representación” (Mongue, 2003), justamente es en esta pintura donde se resalta el aspecto teatral del mundo, Mongue (2003) lo interpreta de la siguiente forma:

Casi toda la crítica coincide en que Velásquez en las “Meninas” está pintando un retrato más de Felipe IV y de su joven esposa Mariana de Austria; el espejo del fondo así lo parece poner de manifiesto. No obstante, siempre me ha parecido que Velásquez pinta el mismo cuadro que contemplamos; lo imagino ante un gran espejo, de donde extrae toda la escena, incluidos él mismo y una sección de su obra, entonces en proceso. Arte dentro del arte; mundo de las apariencias; engaño de los sentidos; la instantaneidad en el transcurrir.      

Otra característica del Barroco evidenciado en la pintura, es el juego de miradas y el uso de espejos; también según Martínez (2008) la composición del cuadro en su aspecto técnico tiene todas las características del Barroco, dos escorzos en primer plano que centran la escena principal, dos líneas diagonales en V que parten desde la Infanta Margarita y se dirigen hacia el pintor y hacia Isabel, estas características le dan una doble composición a la obra, una composición abierta a través de la líneas diagonales y una composición cerrada por medio de los escorzos representados en las meninas que cierran el espacio hacia la infanta Margarita (como si se tratara de un paréntesis).

Aún más, si seguimos los lineamientos propuesto por Maravall (2000) acerca de las características del Barroco, observaríamos que la pintura de las Meninas cumple con todas ellas: comenzando por las escenas costumbristas que en Velásquez se expresa en la pintura de escenas de la vida cortesana, siguiendo al manejo del espacio y de la luz como virtudes del Barroco y de las Meninas, pasando por el juego de luces y sombras (explicado anteriormente), hasta llegar a un rasgo fundamental, que gran parte del contenido retratado se encuentra por fuera de la obra, es aquí donde las Meninas se afianzan como obra de la metarepresentación artística y Barroca, igual a lo que decía Foucault (1968) “la representación puede darse como pura representación.”

 

Referencias 

Carrasco, D. (2004). Velásquez y el Barroco. Entre la postración y la ocultación. Hábitos intelectualistas y las Meninas. Revista Andaluza de Arte, 17. 


Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. México: Siglo XXI. 


Maravall, J. A. (2000). La cultura del Barroco. Ariel.


Martínez, I. (2008). Las Meninas o la familia de Felipe IV. Recuperado de www.artecreha.com


Mongue, C. (2003). Las sombras de la duda (Velásquez y el Barroco literario español). Atenea, 488, 135 - 152

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