El Deseo del Sueño y su Triple Regresión
Rigoberto Brito López & Iván Alexis Alcaide Troncoso
Palabras Claves: Deseos, Regresión, Sexualidad, Sueño
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Palabras Claves: Deseos, Regresión, Sexualidad, Sueño
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Rigoberto
Brito López es Psicólogo Clínico y Psicoanalista, Master of Arts por la
Universidad de Copenhague. Hipnoterapéuta clínico y Director del
Instituto de Psicoterapia y Psicoanálisis del Aconcagua. Correo
electrónico: mozartrigo@gmail.com
Iván
Alexis Alcaide Troncoso es Diplomado en Teoría y Clínica Psicoanalítica
del Instituto de Psicoanálisis - IPAN -. Postítulo para acreditación
clínica en psicoterapia psicoanalítica (en proceso) y Docente de la
Universidad del Aconcagua de cátedras asociadas al área clínico
psicoanalítica. Psicólogo CESFAM Valle de Los Libertadores Putaendo.
Autor de publicaciones acerca del psicoanálisis en GEPU. Correo
electrónico: lovage_16@hotmail.com / lovage16patton@mail.com
Recibido: 26 de Enero de 2011
Aprobado: 23 de Junio de 2011
Referencia Recomendada: Brito-López, R., & Alcaide-Troncoso, I. A. (2012). El deseo del sueño y su triple regresión. Revista de Psicología GEPU, 3 (1), 90 - 100.
Aprobado: 23 de Junio de 2011
Referencia Recomendada: Brito-López, R., & Alcaide-Troncoso, I. A. (2012). El deseo del sueño y su triple regresión. Revista de Psicología GEPU, 3 (1), 90 - 100.
Resumen: Este
articulo comienza y está basado en el texto interpretación de los
sueños de Sigmund Freud de 1900, pero más que en la interpretación de
los sueños, concepto que lógicamente está asociado a la técnica
psicoanalítica, este artículo aparece como un desnudamiento teórico del
edificio del sueño, en este contexto para acceder al fenómeno onírico
este articulo está en una enorme deuda con el libro “Los Prolegomenos
del Psicoanálisis” de Brito y Toledo 2006, siendo este un resonancia del
mismo y de las clases de diplomado de 2007 con el primero de los
autores. En otro ámbito, la tendencia de estas palabras apuntan a
enfatizar la concatenación de los elementos que tiene un sueño, en las
partículas que lo forman y deforman, en como la sexualidad aparece como
algo disfrazado y ominosos en nuestra psique y como esta ominosidad
representa al sujeto en su intimidad y en su posición con respecto a su
deseo. Comenzaremos analizando el sueño como un arte poético
involuntario, atravesando con la espada de las palabras ideas asociadas a
los deseos que intervienen en la formación del sueño, sean estos deseos
o más bien necesidades del registro imaginario en tanto yoicos (deseo
de dormir) así como también los deseos asociados al inconsciente y su
lógica (deseos del soñante). Resaltando características asociadas al
infantilismo y la sexualidad del que desbordan nuestra alma. Desde esta
perspectiva y apropósito del soñar, recorreremos terrenos asociados a
nociones como la regresión en el aparato psíquico, concepto
psicoanalítico que se introduce en el mundo y la vida onírica desde los
comienzos del estudio del sueño, describiremos a grandes rasgos los
tipos de regresión y sus cualidades particulares que se avizoran en ese
extraño y disparatado mundo del soñar. La finalidad última de este
esfuerzo teórico es pensar el sueño como un acto digno de sentido
(intimo en la esfera del análisis) así como también presentar al sueño
como la vía regia o correcta para entender la antorcha que ilumina los
senderos del psicoanálisis, vale decir el inconsciente.
“Un saber que de empero el soñante nada sabe”
- Freud
Como
sabemos acerca del sueño y sus deseos, Freud en un principio teorizó y
pensó que el deseo que se esconde tras de cada sueño es un deseo del yo,
y éste, se asocia con el deseo de seguir durmiendo, por tanto es un
deseo que corresponde al sistema consciencia y busca la conservación
(propio de las pulsiones yoicas de la primera teoría pulsional). En este
periodo Freud avizora un nuevo deseo que pondría en marcha al sueño y
que en definitiva sería base y condición del sueño. Es aquí cuando se
inserta la sexualidad infantil y el deseo inconsciente en la
configuración de ese arte poético involuntario, como llama Goethe al
soñar.
Para
comenzar, cabe destacar que el sueño corresponde un acto narcisista que
no tiene que ver con los objetos del mundo (en tanto externo), puesto
que se cierran las puertas de la motilidad, vale decir, todos los
umbrales sensoriales son cerrados hacia el mundo exterior, o rebajados, y
el portón de la motilidad queda inhibido. Lo que sucede es que en la
formación del sueño se integran montos de excitación exógena y endógena,
apuntando hacia el aparato psíquico. Mayoritariamente los montos de
excitación son endógenos, pero puede ser que exista un monto de
excitación que provenga del exterior. Por Ej., un sujeto duerme
plácidamente y por la mañana suena el despertador. Lo que hace el
sujeto es armar un sueño en el cual ya está en el lugar al que tiene que
asistir, y así logra cumplir el deseo de seguir durmiendo, deseo del
yo, y este deseo yoico se cumple de una forma alucinatoria,
trasladándose en el sueño al lugar que debería presentarse. Freud lo
dice, en Interpretación de los Sueños: el soñar sustituye la acción; y
más aún, al ser este un cumplimiento de deseo de manera alucinatoria,
lo que ambiciona decir es que el deseo de seguir durmiendo se cumple
invistiendo una huella mnémica que se hace percepción, Freud nos dice
respecto a esto que el sueño es la única instancia en que la psicosis no
es dañina. He acá la asociación del estado de psicosis y el
cumplimiento de deseo alucinatorio que conlleva cada sueño.
Veremos
según el ejemplo formulado por Brito-López, en sus clases de 2007-2008:
de cómo una necesidad logra poner en movimiento al sueño. Tomaremos el
clásico ejemplo de la sed, esto se complicará más adelante cuando
introduzcamos los montos de excitación endógena, vale decir, la
sexualidad, pero por ahora comenzaremos con el ejemplo de la sed y
explicaremos el modelo del sueño que Freud postula en Interpretación de
los Sueños.
Cuando
uno tiene sed, por tanto, cuando existe una excitación somática, lo que
sucede es que entra una necesidad (sed) que llega hasta el polo
perceptivo, éste envía esa sensación al polo de la motilidad y se genera
una acción motriz que complacerá esta necesidad y culmina la sensación
de sed. El aparato mental funciona como el modelo del arco reflejo,
donde existe un estimulo-percepción y una respuesta-motriz, lo que
análogamente hace es percibir la sed y beber agua como respuesta a dicha
necesidad. Por tanto, este sería el proceso de descarga en la
vigilia:
Como
se ve en el dibujo, el aparato psíquico tiene un polo perceptivo (P),
en el cual recaen los estímulos, y termina en inervaciones, que
corresponde al polo de la motricidad (M), el cual genera la descarga
motriz para eliminar dicho estímulo. En el ejemplo anterior la sed se
sitúa en (P) y es enviada a (M) para su satisfacción, convocando a Freud
(1900):
Toda
nuestra actividad psíquica parte de estímulos (internos o externos) y
termina en inervaciones. Por eso asignamos al aparato psíquico un
extremo sensorial y un extremo motor. En el extremo sensorial se
encuentra un sistema que recibe la percepciones y en el extremo motor,
otro que abre las esclusas de la motilidad (Pág. 530-531).
Por
tanto, el proceso dentro del aparato psíquico transcurre desde el polo
de la percepción hacia los actos de la motilidad; en consecuencia el
modelo para Freud sigue siendo el del arco reflejo. Pero ¿qué pasa en el
estado de dormir cuando se implanta dicha necesidad?, la que es enviada
desde el polo perceptivo hacia el polo de la motilidad, entendiendo que
en el estado de dormir las puertas hacia la motilidad están cerradas,
por tanto, sin capacidad de actuar frente al mundo exterior para
satisfacer lo que la percepción envió. Y en este ejemplo, ¿cómo se
satisface la sed si se está durmiendo? y ¿cuáles son los caminos que
toma el proceso psíquico? que antes marchaba desde la percepción hacia
la motilidad que en este momento está clausurada.
Si
en el estado de dormir la excitación, que entra al polo perceptivo, se
envía hacia el polo motriz y este polo tiene cerrada las puertas hacia
la motilidad puesto que se está durmiendo, éste proceso psíquico y su
excitación concomitante chocan con la motricidad y toman un camino de
reflujo, de rebote, una vía contraria a la de la vigilia, pues en
aquella el camino es progresivo desde (P) hacia (M); en el dormir la
excitación se devuelve, toma un camino regresivo, vale decir, un sueño
alucinatorio:
La
excitación toma un camino de reflujo. En lugar de propagarse hacia el
extremo motor del aparato, lo hace hacia el extremo sensorial, y por
último alcanza el sistema de las percepciones... Estamos autorizados a
decir que el sueño tiene carácter regrediente (Freud, 1900)
En
el diagrama la necesidad de beber agua, que se inserta desde el polo
percepción, es enviada hacia el extremo motor, en el cual este proceso
psíquico no puede llevarse acabo por la clausura del mundo exterior;
entonces el proceso retorna hacia la percepción y activa e inviste una
huella mnémica, que se implanta sensorialmente (un sueño), con lo cual
se construye una alucinación que cumple el deseo de beber agua, y por
tanto, el deseo de seguir durmiendo, por lo menos por un tiempo más,
hasta que ésta necesidad no se configure como peligrosa para el yo,
puesto que si se configura como amenazante para sobrevivir, el yo envía
una señal de alarma que pone fin al sueño. En definitiva “llamamos
<> al hecho de que en el sueño la representación
vuelve a mudarse en la imagen sensorial de la que alguna vez partió”
(Freud, 1900).
Cuando
Freud habla del deseo en el sueño, nos dice que es un deseo inocente,
por tanto no sexual, pero cuando esta regresión se produce, el polo (P)
crea el sueño para seguir durmiendo, pero lo extraño es que cuando uno
cumple en el sueño su deseo, de tomar agua por ejemplo, resulta que en
este sueño de comodidad, como lo denomina Freud, uno esta vestido de una
manera rara, y además está en un lugar que parece muchos lugares a la
vez, además quien me da el vaso de agua es alguien que no conozco, etc.
Es decir, pasan cosas extrañísimas, como veremos con la introducción de
la sexualidad en el sueño más adelante.
Para
proseguir en esta indagación metapsicológica del sueño, Freud nos dice
que este camino de rebote de la excitación, desde la percepción a la
motilidad y vuelta a la percepción, es lo que toma el nombre de
regresión, pero ésta la explica Freud en términos formales o
funcionales, en términos temporales y tópicos, en consecuencia podemos
afirmar entendiendo al autor que existe una triple regresión dentro de
la vida anímica.
Para
iniciar este desanudamiento de la regresión, comenzaremos morando la
regresión tópica que existe en el aparato mental, vale decir, los
sectores que metafóricamente y cómo una función netamente especulativa
Freud postula que existen en el aparato mental. En consideración a la
idea anterior, podemos entender que la actividad del soñar por poseer
características particulares tiene que desarrollarse en distintos
sectores (topos) de lo que pasa en la vida de vigilia. Por esto Freud
cita a Fechner “el escenario de los sueños es otro que el de la vida de
las representaciones de la vigilia” (Freud, 1900).
Con
ésta tesis Freud demarca la introducción de una localidad psíquica, por
lo que ahora hablaremos de sectores del aparato mental, vale decir, de
un sector consciente, uno inconsciente y otro preconsciente, como
sabemos, cuando se realiza la regresión tópica, el proceso de
pensamiento pasa por los diferentes sistemas psíquicos, vale decir, la
energía intra-psíquica recorre diferentes lugares dentro del aparato
anímico. Para aclarar esta idea recurriremos al siguiente esquema:
Dentro
de este croquis podemos plantearnos, con respecto a la regresión
tópica, la existencia de tres sistemas, el preconsciente (Pcc), que está
más cerca de la consciencia y por tanto los pensamientos de este
sistema pueden tornarse conscientes en cualquier momento y en general
eso es lo que buscan. Además es el sistema que tiene la llave hacia la
motilidad voluntaria, esto quiere decir que es el (Pcc) quien
voluntariamente decide dormirse, por tanto, es en el preconsciente donde
el proceso psíquico del sueño produce su rebote hacia un sistema que se
encuentra tras él y que está cercano a la percepción, este es el
sistema inconsciente (Icc). Este sistema no tiene acceso a la
consciencia que se encuentra en (M), en el dibujo, de forma directa,
sino que sólo por el preconsciente (Pcc) puede llegar a ella. Entonces,
si entendemos este gráfico desde los sistemas mencionados, el proceso de
regresión pasa por distintos sistemas psíquicos, donde el (Icc) es el
primer sistema de este aparato y por tanto el más arcaico, al cual se
puede acceder mediante el soñar. En consecuencia, un deseo (Pcc), puede
homologar anhelos que estén en el recorrido regrediente, que se
encuentran en el sistema (Icc). Esa es la regresión tópica, la regresión
de lugares en el aparato mental. En definitiva, los deseos
preconscientes pueden ser disfraces de otros más arcaicos inconscientes,
estos disfraces son los restos diurnos o recuerdos del preconsciente
que sirven en la regresión para la articulación deformada de deseos
inconcientes en el sueño, he ahí la absurdidad de los sueños y la
incomprensión de lo que soñamos por la conciencia, por tanto, el soñante
nada sabe en su conciencia de las profundidades de su propia alma que
dan impulso al sueño.
En
párrafos anteriores mencionamos que el sistema (Icc) es un modo de
funcionamiento arcaico, que por tanto tiene escenas y experiencias
pasadas, y la regresión tópica finalmente activa estas huellas, con lo
cual se puede vislumbrar que también existe una regresión temporal, que
tiene que ver con vueltas a formaciones psíquicas más antiguas, de la
niñez. Por eso Freud dice que el recuerdo infantil ha sido reprimido o
se ha mantenido inconsciente, y las más de las veces es un recuerdo
infantil, pero por su estado inconsciente arrastra con él pensamientos
que se conectan hacia la regresión. El sueño “es un sustituto de la
escena infantil, es decir, inconsciente, alterado por transferencia a lo
reciente, por tanto preconsciente, y como la escena infantil no puede
imponer su renovación, debe conformarse con regresar como sueño” (Freud,
1900).
Esto
es de suma importancia y Freud lo justifica en sus estudios sobre la
histeria, puesto que en aquella patología las escenas infantiles, cuando
se logran devenir conscientes, son percibidas y vistas como
alucinaciones por los pacientes y sólo al comunicarlas se borra esa
característica. Por tanto, las escenas infantiles son representaciones
sensoriales pueriles, que al ser verbalizadas dejan de producir ese
efecto alucinatorio tan típico de la histeria, que también se presenta
en el sueño y en la regresión temporal. El mundo onírico es un renacer
de nuestra existencia en la infancia, del espíritu ya descollada “el
deseo consiente sólo deviene excitador de un sueño si logra despertar
otro deseo paralelo, inconsciente, mediante el cual se refuerza” (Freud,
1900).
Por
un lado se entiende que el deseo ocasionador y que presta fuerza para
la instauración de un sueño es el deseo inconsciente-infantil, y que el
deseo consiente y, por tanto, deseo del adulto (resto del día) sólo
logra su articulación en el sueño mediante su asociación particular al
deseo inconsciente que le presta potencia para la formación del sueño.
En resumen y tomando la palabra de Freud (1900) “el deseo que se figura
en el sueño tiene que ser un deseo infantil” (Pág. 546).
Por
tanto arcaico y en definitiva perteneciente al sistema inconsciente.
Con esto se puede decir que cuando soñamos todos nos comportamos en lo
psíquico como niños, vale decir, somos en el presente lo que alguna vez
fuimos en el pasado, que en el sueño nunca dejaremos de ser, así, la
compañía de la niñez abre el camino a la eternidad de la infancia. En
otras palabras la infancia es el corazón íntimo de nuestros deseos.
Por
ejemplo, y para seguir con la regresión temporal, en un Congreso hecho
en Chile en el año 1999, que fue comandado por Otto Kernberg ejemplo
(Tomado de clases de diplomado con el señor Rigoberto Brito, 2007), un
terapeuta holandés relató el sueño de un paciente, que lo llevaba a
recordar cosas que él mismo no podría haber vivenciado, pero que sí su
madre. O sea, eran recuerdos que se habían trasmitido desde la madre
hacia él. Esto es muy interesante desde la perspectiva de uno del los
psicoanalistas posteriores a Freud, llamado Bion, quien postula que en
las primeras etapas de la vida del niño, la madre piensa por él;
entonces, si la madre piensa por su cachorro, es muy probable que ese
niño posea recuerdos que tienen que ver con pensamientos de la madre y
no con sus pensamientos de niño. Por aquello, la madre genera el aparato
para que el niño logre conceptuar pensamientos. Entonces, este sueño
podría llegar a una regresión temporal tal que sea el pensamiento de la
madre el que se haga presente en el sueño, claro que con las
deformaciones y reconstrucciones del sujeto en el trabajo del sueño.
Por
último, explicaremos la regresión formal, que también toma el nombre de
regresión funcional, esta regresión tienen la finalidad de hace
retornar al sujeto a funcionar como lo hacia en etapas primarias de su
pensamiento. Esto está muy claro, puesto que un sueño es más
comprensible mientras más elementos lingüísticos tiene, y menos
comprensible mientras más elementos de imágenes sensoriales posee. En
consecuencia, la regresión formal significa partir desde la lógica
formal que nosotros utilizamos en lo cotidiano, es decir, desde el
lenguaje aristotélico, hacia la representaciones cosa, donde finalmente
llegamos al estado de simetría que plantea Matte Blanco, donde todo es
igual a todo, donde una cosa es igual a otra y no existe diferenciación
entre los elementos psíquicos, donde Lacan menciona que la palabra se
descompone en la instancia de la letra en el inconsciente. Por Ej., un
sujeto, mediante el recuerdo de un nombre o una palabra, constituye un
sueño por la letra y por ella arma ese sueño, vale decir, construye la
figuración de un sueño por la instancia de la letra que se descompone en
el inconsciente. En consecuencia, la palabra se descompone en su
componente de cosa, allí aparece eso que es tan famoso en novelas y
obras literarias que se llama descomposición del lenguaje. La
cosificación del lenguaje, que es un mecanismo literario, que se
homologa al lenguaje esquizofrénico, por ejemplo (Tomado de clases de
diplomado con el señor Rigoberto Brito, 2007), un esquizofrénico expresa
“tengo las venas llenas de palabras”, porque para el paciente las
palabras son cosas que están metidas en el cuerpo, y que de alguna
manera necesita que salgan. Por aquello, vale decir por la cosificación
del lenguaje que trasforma las palabras en cosas, Freud (1915) nos
plantea:
En
la esquizofrenia, se observa, sobre todo en sus estadios iniciales, tan
instructivos, una serie de alteraciones del lenguaje … las frases
sufren una peculiar desorganización sintáctica que las vuelve
incomprensibles para nosotros, de suerte que juzgamos disparatadas las
profecías de los enfermos (Pág. 193).
Para
finalizar nos proporciona una explicación y semejanza del síntoma
psicótico y el proceso de formación del sueño cuando dice que “en la
esquizofrenia las palabras son sometidas al mismo proceso que desde los
pensamientos oníricos crean las imágenes del sueño” (Freud, 1915).
Vale
decir, son arrastradas hacia el funcionamiento inconsciente, o más
particularmente hacia el proceso primario de la lógica inconsciente. Más
aún, rescatando la idea de la instancia de la letra en el inconsciente,
según Lacan, Freud (1915) agrega que “el proceso puede avanzar hasta el
punto que una sola palabra, idónea para ello por múltiples referencias,
tome sobre sí la subrogación de una cadena íntegra de pensamientos”
(Pág. 196).
Con
esto podemos entender que mediante el proceso primario propio de la
lógica del inconsciente la significación puede ser múltiple e
indiferenciada, cosa que atrapa y engaña a la conciencia. Como quien
dice, el lenguaje del sueño y el de la esquizofrenia están cifrados y el
arte de la terapia es descifrar y develar los edificios anudados del
proceso primario que llevan una especie de guión incoherente a la
conciencia. Escuchar lo primario en lo secundario, ese es el arte del
analista, es ahí donde se introduce la dimensión del pensar el análisis
desde el psicoanálisis y no desde una psicología general.
Finalmente
y para finalizar, Freud distingue tres regresiones: una tópica, que
consta en los sistemas antes mencionados Icc, Pcc y Cc, por los cuales
se desliza la actividad psíquica y el deseo que el inconsciente articula
para la producción del sueño, al ser inconsciente el deseo es más
antiguo, más infantil y, por tanto, situado más atrás en el aparato
mental en su concordancia con la tópica psíquica. La otra, regresión
temporal, tiene que ver con retrocesos a formaciones psíquicas aún más
arcaicas en el tiempo. Y por último, está la regresión formal, que se
expresa cuando modos de expresión primitivos reemplazan a los
habituales. A propósito de todo lo anterior Freud (1915) escribe:
Los
tres tipos de regresión son uno solo y en la mayoría de los casos
coinciden, pues lo más antiguo en el tiempo es lo más primitivo en el
sentido formal y lo más próximo al extremo perceptivo dentro de la
tópica psíquica (Pág. 541-542).
Para
terminar el apartado de la regresión y el sueño, Freud en 1925 postula
que en la interpretación de los sueños no se trata de encontrar
verdades ocultas en el inconsciente, sino que lo que se re-encuentra en
el inconsciente es la modalidad de pensamiento que nos conduce a pensar
como pensamos. Por tanto, el camino de curación en la interpretación de
los sueños es aprender a pensar de otra manera, entendiendo cómo
pensamos cuando estamos dormidos. “Freud da una clave para la clínica
psicoanalítica, postulando que los detractores del psicoanálisis han
tomado la vía opuesta, es decir, pretenden que el análisis va a
descubrir verdades en el inconsciente” (Brito, 2006). Y el análisis no
descubre ninguna verdad, dice Freud, sino lo que se descifra en la
terapia es la forma en que se articula la vida de un sujeto, y es esa
manera es la que puede ser patogénica. A la sazón, la Interpretación de
los Sueños disuelve ésa forma de articular o resignificar la vida, pero
no descubre verdades mas allá de las que un sujeto en un plano
consciente pueda revelar. Por esto Lacan dio un paso más allá, al
postular que el inconsciente no es receptáculo de cosas traumáticas que
quedaron fijadas en él, sino que el inconsciente es una forma de
articulación de la experiencia que provoca problemas a la conciencia,
por tanto, es ahí cuando habla el inconsciente, vale decir para
escuchar al inconsciente hay que escuchar a veces la literalidad,
escuchar lo latente en lo manifiesto, lo primario en lo secundario,
encontrar en la conciencia y en las palabras las marcas y los índices
del inconsciente. Que tiende a hacerse reconocer.
Referencias
Brito-López, R. (2007). Clases diplomado psicoanálisis. Chile: Santiago.
Brito-López, R. & H. Toledo (2006). Los Prolegómenos del Psicoanálisis. UPV: Chile.
Freud, S. (1900). Interpretación de los sueños, la regresión. Tomo IV. Buenos Aires: Amorrortu.
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