PARA SU DIFUSIÓN.
Octubre 15 de 2009
Apreciado Roberto,
Tener conflicto de interés no constituye un delito ni una falta a la ética o a la honra.
Te reitero toda mi gratitud y aprecio.
Fuerte abrazo,
Claudia López
Ex columnista de El Tiempo
El Grupo Estudiantil y Profesional de Psicologia Univalle - GEPU - se conformo el 6 de marzo de 2007. El Grupo Estudiantil y Profesional de Psicología Univalle es una organización autónoma conformada libremente por estudiantes, egresados, profesores y trabajadores que se sientan afines a los objetivos, misión y visión del mismo. Visitanos tambien en www.gepu.es.tl
Por: Ángel Guerra Cabrera
Las siete bases militares de Estados Unidos en Colombia constituyen nodos indispensables de un vasto y flexible repertorio continental de opciones e instrumentos para ampliar y reforzar el control militar territorial de la potencia del norte sobre América Latina y sus recursos naturales.
Las bases actuarán como centros de “comando y control” o de inteligencia en unos casos; en otros, como el aeródromo militar de Palanqueros, proporcionarán pistas a los grandes aviones de trasporte de tropas y los bombarderos para actuar con la mayor celeridad en todo el territorio de América del sur sin reabastecerse de combustible. Con la entrega de esa facilidad Uribe permite a Washington suplir con creces la pérdida de Manta, de donde fue desalojada por la digna decisión del presidente Correa. En el área de América Central y el Caribe tiene un papel estratégico la base de Palmerola, también conocida como Soto Cano, de sospechoso papel en el golpe militar contra el presidente Zelaya.
Washington ha modificado las concepciones sobre las bases, que exigían grandes construcciones con miles de soldados, acompañados con frecuencia de sus familias. Aunque mantiene cientos de estas instalaciones, en América Latina privilegia en la actualidad el nuevo concepto definido con la sigla en inglés FOL(Posiciones Avanzadas de Operaciones), que pueden funcionar con una dotación relativamente pequeña gracias a la alta tecnología. Esta y el rechazo a las bases yanquis, ha llevado a Washington a extender las FOL a donde quiera que ha podido al sur del río Bravo, no importa si por razones políticas tiene que cambiarles el nombre por uno menos inofensivo. El pragmatismo vulgar y la mentira son típicos de la diplomacia monroísta, de modo que no deben asombrarnos las recientes declaraciones de la secretaria de Estado Clinton y su colega colombiano tratando de hacernos creer que las bases no son bases ni son yanquis ni amenazan a otro país, ni implicarán aumento del personal militar estadunidense en Colombia por sobre lo autorizado por el Congreso de Washington.
Independientemente de la bien ganada fama de mentirosos de los funcionarios de Estados Unidos, la propia Clinton hizo una contribución señera a esta tradición cuando en su puga por la candidatura demócrata aseguró haberse bajado del avión en Sarajevo bajo una balacera para tener que retractarse al día siguiente. Ahora nos regala esta perla sobre las bases en Colombia: “No habrá un aumento significativo permanente en el personal militar”(las cursivas son mías). Es decir, ya se prevé un aumento “no permanente” de las tropas y medios de combate estadunidenses para en el momento preciso –el ensayo fue Sucumbíos- “coadyuvar” a ataques de fuerzas colombianas contra Venezuela, Ecuador, Bolivia o Brasil. Lo usual es que una vez que los yanquis pongan las botas en un país no se van a menos que los saquen, ya sea por la guerra popular como en Vietnam, o mediante el pacífico y heroico proceder de los puertorriqueños en Vieques.
La entrega de las bases de Colombia podría calificarse de un acto de alta traición a América Latina si Uribe no fuera desde hace tiempo el político más genuflexo y servil a Estados Unidos en la región, que es mucho decir. Es muy gráfico cómo mientras el gobierno ecuatoriano saca un puñal del costillar latinoamericano, Uribe le clava siete. Lo que sí no hay duda es que la condición de hombres o mujeres patriotas y dignos de los presidentes latinoamericanos de esta época dependerá de su inequívoco, firme, combativo y explícito rechazo al emplazamiento de esas bases. En cuanto a los movimientos populares de América latina, hoy no existe tarea más importante que iniciar sin pérdida de tiempo un gran movimiento para expulsar las bases yanquis, viejas y nuevas, de la Patria Grande.
Pero la militarización yanqui incluye también a aquellos ejércitos latinoamericanos que con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo se están convirtiendo en fuerzas de ocupación en sus propios países que suprimen los derechos y garantías ciudadanas y conceptúan como enemigos a todos los focos de disidencia política o resistencia popular contra el sistema dominante. Otro tanto puede decirse de las fuerzas paramilitares, con presencia creciente al servicio del poder en las áreas de conflicto social y, por ejemplo, en la subversión contra los gobiernos de Venezuela y Bolivia.
La prestigiosa psicoterapeuta norteamericana, Virginia Satir, decía que necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos sanos y doce para crecer. A la civilización del miedo sólo le faltaba desaconsejarnos el abrazo imprescindible. Sin embargo ya es un poco tarde. Para cuando vino la prescripción, nosotros ya estábamos pegados los unos a los otros. Ya es difícil separarnos. No deseamos que el miedo siga escribiendo la historia humana. Triste futuro si la otra piel nos resulta extraña, si los cuerpos se temen y rechazan, si el abismo se instala.
El abrazo raramente resulta perjudicial. Máxime en estas situaciones críticas, da vida. Permaneceremos pegados, abrazados, ahí nos atraviese el “bichito” de lado a lado. Este mediático virus de la “gripe A” no es letal, pero sí la neurosis que le precede.
Si las epidermis se distancian, estamos acabados. El único virus en verdad alarmante es el de la histeria colectiva, y su primo el individualismo. La única enfermedad fulminante es ese alejamiento, ese desafecto del ser humano con su congénere, con el hermano animal, con los demás reinos de la vida, con
Lejos de desaconsejarlo, la enfermedad proporciona motivo para el contacto, para transmitir con nuestras manos la salud y la energía necesarias. En la urgencia de un cuerpo, otra alma puede asomar en la punta de sus dedos sanadores. El milagro de la sanación es sólo dejar que el verdadero amor alcance las yemas. Si bien el vacío, bien plásticos y guantes se interponen, ¿por dónde correrá el amor? Ese amor reparador que a todos nos habita, puede incluso atravesar el caucho, mas no el miedo que hizo vestir los dedos.
Poco sabemos de este tipo de azotes, pero sí lo suficiente como para observar que la mayor plaga es el descuido de la otra persona. En esta apoteosis de pánicos y desmemorias alentada por medios irresponsables, podemos llegar a olvidar la relatividad del cuerpo, materia debilitada por el miedo, materia que la histeria torna aún más vulnerable.
Cada año mueren sólo en Europa 40.000 personas por la gripe común. No tememos a un virus estrella que ocupa todas las portadas de los informativos, pero que en realidad en todo el mundo sólo ha causado al día de hoy diecisiete muertes confirmadas. Tememos la muerte lenta, la civilización depredadora de la salud, incapaz de poner fin a su dañina oferta de asfalto, hacinamiento, contaminación y ruido. Las megaurbes como México D.F. son un mega problema para la salud. En vez de cuestionar el enorme perjuicio ambiental, la raíz de las nuevas enfermedades que generan tan nocivos entornos, sólo se invierte en paliativos: mascarillas, medicamentos… Sin embargo, para que ceda esta suerte de azotes, deberán probablemente caer también máscaras de fuera y adentro.
Busquen los laboratorios su fórmula mágica, el medicamento adecuado destinado a sanar, no a hacer fortuna. Reciban los cuerpos que lo soliciten sus vacunas, pero no olvidemos la medicina preventiva, la fórmula, esa sí infalible, de la tierra cercana, del aire limpio, de los alimentos sanos, de la paz en la mente, del amor en el corazón…
Sólo la pandemia de la solidaridad y la hermandad librará a la humanidad de éste y futuros azotes que se pueden gestar en la sombra. Volemos, si así se tercia, a la patria hermana. México no puede colgar el cartelito de “no pasar”. No construyamos más fronteras humanas, ya se elevan demasiadas. No creemos en el aislacionismo. ¡México, que tanto nos has dado, estamos contigo! ¡Gente querida, ahora más que nunca, te abrazamos!.
Ángel Vargas/ La Jornada
El alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) representó no sólo la renovación de la esperanza y la utopía en el mundo. También significó el nacimiento de un nuevo paradigma internacional de organización, resistencia y lucha.
Así lo sostiene la periodista y académica Guiomar Rovira, quien aborda dicho aspecto en Zapatistas sin fronteras (Ediciones Era), su libro más reciente, que fue presentado en la unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, con los comentarios de Raymundo Mier, Carmen de la Peza y Elisa Benavides.
Mandar obedeciendo
En entrevista con La Jornada, la docente e investigadora catalana Guiomar Rovira sostiene que el zapatismo creó la simiente de una posibilidad de lucha dentro de los movimientos sociales desde estructuras horizontales, del mandar obedeciendo.
Ha sido, especifica, un detonador que ha impregnado el discurso de la izquierda y de los movimientos libertarios y sociales en el mundo.
"Cuando ya nadie pensaba que era posible una guerrilla o un movimiento armado, apareció el zapatismo diciendo `Ya basta'. La gente en el mundo simpatizó directamente con eso, con la idea de que es posible luchar a pesar de las circunstancias tan adversas. Es un movimiento que interpeló esa emoción y que creció en redes y luego en el movimiento antiglobal", indica.
"En un momento en que ya no había referentes a los cuales adherirse, cuando las ideologías viejas ya no convocaban, surgió en Chiapas un discurso con el que se identificaron y simpatizaron un sinfín de personas y diversos movimientos sociales y de resistencia en el mundo."
Así, las personas comenzaron a difundir la información y el entusiasmo por su cuenta. Se valieron de las nuevas tecnologías, en particular de Internet, que en esos años apenas comenzaba a extenderse por el mundo, explica.
De esa manera se inauguró una nueva forma de acción política: la posibilidad de estructurarse en red, una estructura sin estructura, abierta en todos los canales y que tiene capacidad de acción colectiva con incidencia real, a la cual la especialista denomina zapatismo trasnacional.
"No fue algo planeado ni decidido por el EZLN, al contrario de lo que se creía, que Marcos estaba en medio de la selva con su computadora generando sus comunicados y manteniendo informado al resto del mundo."
Según Guiomar Rovira, con la aparición de Internet los círculos activistas en México y el resto del planeta vieron la posibilidad de la revolución horizontal, el triunfo de la posibilidad de una rebelión libertaria, sin jefes ni estructuras, sino que cada quien desde su trinchera, sin el sacrificio de la militancia: una rebelión de la comunicación.
"Nació con el zapatismo un nuevo ciclo de protestas que tuvo su parte culminante con el altermundismo, con todo lo que ha sido el movimiento antiglobalización, toda esa capacidad de impugnar el modelo neoliberal, la cual se clausura a mediados de esta década de 2000 con la guerra de Irak, ante el fracaso de todas las movilizaciones que se realizaron en el mundo para evitarla", agrega.
"De cierta manera acabó ese optimismo que despertó con el zapatismo de las posibilidades de actuar en común y concertadamente en muchos lugares diversos del planeta, desde muchas trincheras distintas, y que se encadena con la resistencia global.
"En realidad, esta nueva forma de lucha comenzó a perder fuerza en 2001, con el ataque a las Torres Gemelas y las repercusiones que acarreó, entre ellas la criminalización de la protesta, la idea de terrorismo, la tecnología usada para la vigilancia, la guerra y la destrucción."
Promesas utópicas de redención
Si bien ubica al zapatismo como un movimiento social vigente y contemporáneo, la periodista Guiomar Rovira observa la situación mundial con un pesimismo absoluto.
"El activismo social es más realista, se ha dado cuenta de que esas promesas utópicas de la redención mediante la tecnología y la comunicación, pues quedan en eso: en promesas. Eso ya se vio rebasado por el comercio, la criminalidad, la pornografía, incluso basura virtual", asegura.
"La tecnología, en el fondo, se ha desarrollado, no tanto para la liberación, sino para el control absoluto. Ante ello, el activismo social tiene que pensar y buscar por dónde. Y actualmente se encuentra en esa etapa de reflexión y reconsideración."